08/01/2023 – Dr. Juan García Puig
En el otoño de 2019 apareció un nuevo virus en la ciudad de Wuhan (China). Tres años después recibimos noticias alarmantes sobre la evolución de la pandemia en China. ¿Cómo nos puede afectar en este año? ¿Debemos adoptar alguna medida?
Comenzamos un nuevo año, y con él, nuestros deseos de que sea mucho mejor que el 2022 y nos traiga más alegrías. Pero estas esperanzas parecen ensombrecerse ante lo que nos dicen los medios de comunicación y algunos expertos, como la amenaza de que la pesadilla COVID, los confinamientos, las hospitalizaciones, las muertes, vuelvan renovadas en el 2023 procedientes de nuevas variantes originadas en China. Voy a intentar explicar el porqué de estos miedos y la gran improbabilidad de que lo que ocurrió durante el 2020-2021 se vuelva a repetir este año.
Para entender lo que está pasando ahora en China, hay que volver al principio de la pandemia. A finales del 2019 hubo un brote de enfermedad respiratoria grave en la ciudad de Wuhan causado por un nuevo virus, al que se llamó SARS-CoV-2 y a la enfermedad COVID-19. Pronto supimos que le enfermedad era causada por un virus respiratorio que se propagaba de un modo eficaz de persona a persona, incluso antes de producir síntomas. El brote se extendió a un gran número de personas en Wuhan y empezaron aparecer casos fuera de Wuhan y de China, transmitidos por viajeros infectados en China que iniciaron nuevas cadenas de transmisión en los países y ciudades a los que viajaron. Vimos cómo aparecieron brotes en distintos países, causando el colapso de los sistemas sanitarios debido al gran número de enfermos, lo que hizo que se adoptaran medidas más o menos estrictas dependiendo de cada país: distanciamiento social, cuarentenas, uso de mascarillas, cierre de escuelas y de lugares públicos, restricciones de movimiento e incluso confinamientos. A la vez, se empezaron a desarrollar con gran rapidez vacunas usando diversas plataformas.
En China, la estrategia que se utiizó para frenar la pandemia desde el principio fue la que se ha denominado como COVID cero. Consiste en el aislamiento y confinamiento de infectados y contactos hasta la erradicación del virus en los lugares donde había brotes y aplicación de cuarentenas muy estrictas a los viajeros provenientes de otros países, para evitar la re-entrada del virus. No se logró evitar que aparecieran nuevos casos, pero el uso de pruebas diagnósticas
prácticamente diarias y la aplicación de restricciones de movilidad y de confinamiento cada vez que se detectaba un solo caso hizo posible que después de controlar el brote de Wuhan el virus y la pandemia se pudieran contener. Con la llegada de las vacunas, esta estrategia de COVID cero se siguió aplicando incluso cuando gran parte de la población estaba ya vacunada. Y así se hizo durante el año 2020, el 2021 y casi todo el 2022.
Pero claro, esta estrategia no es económicamente ni socialmente sostenible a largo plazo. Por eso, a finales del 2022, China decidió levantar la mayoría de las restricciones lo que posibilitaría la entrada del virus, pero con la esperanza de que la vacunación de una gran parte de la población limitara su posible impacto. Pero el levantamiento de las restricciones ha coincidido con la presencia de la variante OMICRON, una variante muy distinta del virus original de Wuhan, con mayor capacidad de infectar. Esto se ha combinado con una inmunidad menos robusta en la población de China que en otros paises, debido al uso de vacunas menos potentes y posiblemente, a la ausencia de dosis de refuerzo. Esto ha provocado que las infecciones con OMICRON y sus subvariantes se diparasen de un modo alarmante en China, hasta el punto de causar un gran número de hospitalizaciones y muertes. Es decir, China está viviendo unos momentos similares a los que vivió primero la ciudad de Wuhan, y luego el resto del mundo durante la primera onda de COVID-19. Fuera de China, el mismo virus no causa tantos problemas porque ya hay muchas personas con vacunaciones e infecciones recientes producidas por distintas variantes que ha generado una inmunidad más protectora que la que existe en China. Y si China lo está pasando mal con OMICRON ¿qué problema hay para el resto del mundo? El miedo viene por la incertidumbre de cuánto va a cambiar el virus durante el tiempo en que esté propagándose en China, y de si se van a originar nuevas variantes que sean más peligrosas o que causen lo que provocó el primer brote en el año 2020.
No podemos evitar la aparición de nuevas variantes, pero es muy improbable que estas sean más virulentas, ya que esto no ha ocurrido en el resto del mundo durante los 3 años de circulación del virus. Lo más probable es que la aparición de nuevas variantes se acompañe de una actualización de las vacunas para incluir las nuevas variantes. Esto es lo que ha ocurrido con OMICRON antes de que este virus hubiese entrado en China. Por eso es tan importante que atendamos la recomendación de recibir las “nuevas vacunas”, que nos protegen frente a OMICRON y frente a las nuevas variantes. Además, si implementamos un mejor uso de los antivirales de los que disponemos, será más fácil frenar las consecuencias que las nuevas variantes puedan causar, ya sean provinientes de China o de fuera de China. En otras palabras, debemos seguir vigilantes a los cambios del virus, pero no hay razones para estar muy preocupados de que la primera onda de COVID-19 se vuelva a repetir fuera de China. El establecimiento de restricciones a viajeros de China no va a reducir la expansión del virus, únicamente va a postponer unas pocas semanas el que nuevas variantes, tal vez procedentes de China o de otros lugares, se propaguen a otros paises, pero eso no tiene por qué causar un gran número de hospitalizaciones y muertes como en el año 2020. Así que tenemos buenas razones para pensar que la COVID no nos va a volver a robar este año. Feliz 2023 para todos.
Fuente: Prof. Adolfo García Sastre
Adolfo García-Sastre (Burgos, 10 de octubre de 1964) es un investigador español, catedrático de medicina y microbiología, codirector del Global Health & Emerging Pathogens Institute y del Icahn School of Medicine at Mount Sinai en Nueva York. Sus investigaciones se centran en mejorar las vacunas contra el virus de la gripe e investigar las interacciones entre estos agentes y sus huéspedes,1 aunque también investiga otro virus como el flavivirus o el coronavirus.