El 20 de agosto de 2017, desde la Fundación Gadea por la Ciencia (FGC), dirigíamos nuestra invitación al por entonces astronauta y hombre de ciencia Pedro Duque para que nos acompañase como protagonista destacado en el I Forum GADEA y trasladase a la audiencia las razones por las que la apuesta por la Ciencia justifica los avances tecnológicos y el bienestar de los ciudadanos, y por las que España puede y debe formar parte activa y destacada de ese esfuerzo global.
Lejos estábamos en aquel momento de suponer que muy pronto nuestro invitado, que aceptó participar en el acto, sería quien ocupase la cartera de Ciencia, Innovación y Universidades del Gobierno de España encargada de la ejecución de la política gubernamental en materia de universidades, investigación científica, desarrollo tecnológico e innovación en todos los sectores (Fundación:7 de junio de 2018), con un presupuesto anual de 6,9 miles de millones de euros y 4.561 empleados (2019).
El mismo día de su nombramiento como ministro, Pedro Duque recibió nuestra más efusiva felicitación: “Con gran alegría, motivada por dos razones, la primera que por fin el gobierno de España da a la Ciencia el rango que demanda a través de la creación de un Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y abre las puertas a la esperanza de un desarrollo en I+D+I acorde con nuestras capacidades y posicionamiento global; y la segunda, no menos importante, que te nombra a ti responsable de esa cartera, sin duda por tus méritos y probada capacidad para llevar adelante una empresa tan necesaria como compleja.”
Y añadíamos: “Desde la Fundación Gadea por la Ciencia queremos que sepas que el éxito en tu nueva responsabilidad será el éxito de la Ciencia Española y consecuentemente de nuestro país y de los que veníamos abogando porque se diera el apoyo necesario a nuestros investigadores; universidades; OPIs; empresas de ingeniería, innovadoras y transformadoras; y empresas productoras, y por ello nos ponemos a tu disposición para cuanto y cuando puedas demandar.”
Hoy, mientras creíamos ver avances positivos en los planteamientos del MICIU y son varias las Comunidades Autónomas que han identificado a los actores: la Academia (universidades y centros e instituciones investigadoras), el sector empresarial, el sector financiero (privado y público) y las administraciones, y creado y puesto en marcha consejerías que sitúan el interés de la Ciencia y la I+D+I en el máximo rango y bajo un paraguas administrativo único, todo apunta a que en el nuevo gobierno de España se vuelve a separar las universidades del proyecto común.
Y, cuando se nos venía anunciando una próxima (y al parecer muy avanzada en sus planteamientos) reforma de la Ley de Universidades (Ley Orgánica 6/2001 de Universidades (LOU)), nos vemos abocados a un nuevo volantazo que rompe una vez más el modelo unitario que siempre hemos apoyado, pero que tendrá nuestro apoyo siempre y cuando la orientación de las previsibles reformas sea la necesaria y adecuada.
Los casi 300 científicos agrupados en la FGC tenemos claros los objetivos a alcanzar por y para nuestra Ciencia, como también tenemos claro y defendemos el modelo de ministerio actual unitario. Pero también consideramos imprescindible, para situarnos al nivel de los países que compiten en I+D+I, introducir los cambios inaplazables en nuestras universidades. Conocemos la Universidad, conocemos sus problemas y ofrecemos nuestra colaboración para el estudio y definición de la mejor Universidad para todos.